Sin aderezos... ¡Por favor!
La presentación del Pique Macho de la Casa de Campo en Cochabamba. |
El pique
macho es uno de los platos más populares de la gastronomía cochala. Se lo puede
encontrar en casi cada rincón de Bolivia, adaptado a los ingredientes de cada
región, con diferentes tipos de carnes, verduras y otros complementos.
La Casa deCampo, ubicada en el Boulevard de la Recoleta, debe ser uno de los destinos
gastronómicos más concurridos por los locales y quienes visitan la Llajta, en
búsqueda de sus típicos sabores. El restaurante es conocido por su variedad de
piques, desde el “Lobo” -una invención propia- hasta el de lomo, pasando por el
especial, que es el plato que degustamos en el marco de este recorrido
gastronómico que nos trazamos.
Desde el
momento en que se hace el pedido, el plato tarda unos 20 minutos en llegar.
Mientras dura la espera, un detalle excelente es la ensalada de cortesía. La
palta, la lechuga, el tomate, la cebolla en escabeche, y el rábano picado
conforman una buena entrada para picotear. El preparado viene además acompañado
de unos frescos panes tipo toco, que se complementan muy bien con una llajwa
muy sabrosa, preparada y perfumada con hierbas como wacataya, quilquiña y
perejil.
El pique
especial, que satisface hasta a tres comensales de apetito mediano, tiene un
costo de Bs 74. Está muy bien equilibrado en cuanto a la proporción de carne y
papa. Ningún elemento hace sombra al otro. Cuenta con variadas carnes: res,
pollo, tripa, ubre, chorizo viena y criollo. Adornan el plato una buena
cantidad de verduras, entre tomates, cebollas y locotos cortados en juliana,
además de una horrible capa tricolor de aderezos industriales (kétchup, mostaza
y mayonesa).
La carne de
res se presenta en cortes desiguales, que sin embargo tienen una cocción
uniforme, en un punto ideal, llegando a estar suaves para la masticación. Los
pedazos de carne tienen un ligero toque
picantón de pimienta negra que destaca en el adobo -color naranja oscuro,
tirado a cobre-, con el que vienen condimentados. Los chorizos tienen una buena
cocción, no están quemados o crudos. El tipo viena parece de una calidad
término medio, ni fino ni tan ordinario. Se deja comer sin ser muy sintético.
El chorizo criollo, cortado casi a la mitad, tiene la textura y toque dulzón
típico del preparado cochabambino.
La ubre, muy
bien seleccionada, está cocida idealmente, llegando a ser crocante por fuera y
cremosa por dentro. Cada mordida destroza una capa exquisitamente tostada a la
perfección, con el agasajo posterior al paladar de una carne que casi se
deshace en la boca. De muy buen sabor y de similar cocción son las tripitas,
que destacan por un leve toque salado que sobresale de los otros elementos, sin
estropear las papilas gustativas. El pollo, crujiente por fuera y cocido tres
cuartos por dentro, es el elemento de la discordia. Su falta de sabor hace que
descompagine en la espléndida presentación de las carnes que hacen recuerdo y
hasta emparentan al pique con el Intendente.
Las papas
fritas, de tipo imilla y cortadas en bastones, tienen un sabor agradable en su
mayoría, aunque unas cuantas parecen de tandas preparadas mucho tiempo antes,
lo cual se nota en su textura un tanto acartonada.
La ensalada
(tomates, locotos y cebollas) es fresca, de buen color y consistencia. El
locoto, como en pocos platos similares, es abundante, pero no muy picante. La
cebolla, roja, combina su acidez a la perfección con la sazón de la carne.
Todo el sabor
del plato se lo puede disfrutar sin embargo recién a partir de la segunda capa
del pique, pues la parte exterior es estropeada por los aderezos, que con
seguridad son de los más comunes del mercado. El carnaval de kétchup, mostaza y
mayonesa que adorna la presentación de la comida debería ser opcional o, mejor,
prescindible, ya que los ingredientes del plato se dejan saborear y se
defienden por sí mismos. Además, pensamos que nadie viajaría miles de
kilómetros a la Llajta, tan solo para probar un kétchup ordinario.
Lo malo de los aderezos afortunadamente no se ve reflejado en el local, que mantiene una decoración rústica y atractiva, con una cantidad necesaria de mobiliario, en buen estado y limpio. Así también, la vajilla mantiene los estándares de calidad que se esperan mínimamente de un restaurante turístico. Algunas copas presentan roturas pequeñas, pero, en general, están en buen estado y son de una calidad promedio. Tanto la alcuza, los platos y la fuente para llajwa -limpios al igual que los manteles- mantienen un mismo estilo, manejan la imagen institucional del local.
El local
cuenta con acceso a Internet WiFi. No presenta contaminación sonora y ofrece
música latina o folklórica que, por fortuna, no tienen nada que ver con el feo
soundtrack de cantina de otros lugares. Asimismo, cuenta con televisores cuando
hay algún partido importante de fútbol, que se puede ver en compañía de una
botella de cerveza, que tiene un costo Bs 19. La Casa de Campo es un local
salubre. Tanto sus baños como sus ambientes tienen una limpieza permanente. El
trato de los meseros es correcto, aunque le falta mucho de iniciativa para
llegar a la excelencia.
La Casa de
Campo y su pique especial son una buena experiencia, pero, eso sí, sin aderezos…
¡por favor!
piquesillpanchopicante@gmail.com
La comida es normal nada qué destacar.
ResponderEliminarEl local tiene 2 tipos de ambiente, se percibe poca diferencia una de la otra.
El restaurante está sobrevalorado