miércoles, 8 de enero de 2014

El picante mixto del restaurant Grill


Esos pequeños/grandes detalles

El ají típico del picante mixto que sirven en el restaurante Grill.
No fueron pocos los que nos hicieron la recomendación. Si queríamos saborear el mejor picante mixto cochabambino, debíamos ir a probarlo al restaurant Grill. Así es que llegamos hasta la avenida Santa Cruz y Pedro Blanco para degustar el plato entero, cuyo costo es de ¡Bs 60! (alcanza para tal vez un adulto y un niño; el medio, estrictamente individual, se vende a cinco pesos menos).

Entretanto dura la media hora de espera, unos trozos de un muy regular pan con llajwa aplacan el hambre. Llega a buena temperatura el picante a la mesa, y lo que tienta para el bocado primero es la lengua, de un generoso corte que, aunque grueso, está bien seleccionado. Su consistencia es firme, no obstante la carne casi se disuelve en la boca, con una sazón un tanto lechosa que es espléndida. Excelente también es el pollo. Aunque un poquito seco, parece haberse cocido previamente en un caldo de verduras de las que extrajo aromas. 

Presentación del picante mixto del restaurante Grill.

Los ajíes no tan picantes -el rojo más espeso que el amarillo- bañan las carnes y transmiten un potente sabor -no tan fácil de asimilar para algunos-, que además se combina a la perfección con una buena porción de chuño tipo tunta, muy bien lavado y mezclado con toques de huevo y cebolla. Las papas sin embargo constituyen un bajón. Son claramente del tipo holandesa, por ende no harinosas, y alguna de ellas nos toca a medio cocer. Coronan el preparado porciones reducidas -mas frescas- de tomate, arveja, cebolla y perejil, este último otro destacado detalle que nos recuerda que estamos ante un plato típico del valle, uno que puede ser regado con una cerveza (a Bs 15) o un jugo personal (a Bs 6). 

Hablando de detalles, los del restaurant Grill se quedan ahí, al menos los buenos. El local fue remodelado con un gusto extraño, por decir lo menos. Conviven al interior una decoración formal y, donde era el patio, un estilo que hace todo lo posible por ser minimalista, pero que se queda en lo chillón y chabacano. Por supuesto, como la mayoría, nosotros no fuimos a apreciar bondades arquitectónicas ni de diseño de interiores. Sin embargo, lo chabacano es también característico en la -asimismo desigual- cristalería y cubiertos que hay que usar junto a una terriblemente sucia alcuza y un florero artificial con horrorosos puntitos negros que dejó algún insecto. Lo malo sigue con un televisor en el que los comensales -al menos el día que fuimos- tienen que ver a los niños con cáncer de la Telemaratón mientras tratan de engullir algún bocado.

El Grill tampoco cuida la atención. El cliente debe llamar todo el tiempo a dos sufridos meseros que, sin la menor iniciativa, tienen que ser varias veces requeridos para cosas tan elementales como servilletas, una silla para bebé, cubiertos o, finalmente, la cuenta.
Por todo lo anterior, es evidente que el más detallista del restaurante es el (¿la?) chef y no el administrador, quien debería comprender los réditos mayores que pueden conseguirse ofreciendo una experiencia completa sin exagerar el precio.

Fachada externa del restaurante Grill en Cochabamba.



Vista interior del restaurante Grill en Cochabamba.





piquesillpanchopicante@gmail.com

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