jueves, 21 de mayo de 2015

Ice & Stout: dos cervezas, dos culturas


No puedes tener un país verdadero a menos que tengas una cerveza y una línea aérea −ayuda si tienes una especie de equipo de fútbol, o unas pocas armas nucleares, pero en último término, necesitas una cerveza.

"Cervezas". Fotografía. Sin autor. 2015, Amamos la cerveza, http://amamoslacerveza.com/introduccion-a-la-clasificacion-de-la-cerveza/ (Accedida el 21 de mayo de 2015).

Mauro Yberra
desde Santiago

Las cervezas se dividen en dos tipos según su proceso de fermentación: las de fermentación alta o en la superficie (del caldero, tonel o botella) y las de fermentación baja o en el fondo. Esto ha dado origen a cervezas desde la Edad Media (aunque las hubo en el antiguo Egipto y Mesopotamia). El proceso de fermentación baja se impuso a partir de la mitad del siglo XIX, cuando en la ciudad de Pilsen, Bohemia, se inventó la Lager, la cerveza rubia, amarga y transparente que tomamos hoy en día. Ronda el 4% de alcohol en volumen.

¿Qué tienen en común las cervezas? Sus ingredientes: cebada malteada, flores de lúpulo, levadura y agua pura. Nada más fue permitido en Alemania, por ejemplo, a partir del Decreto de Pureza establecido en 1516 enBaviera. Pero a menudo contienen otros granos más baratos que la cebada (arroz, maíz, trigo), saborizantes, conservantes e ingredientes variados, sobre todo las cervezas de consumo masivo, que privilegian el precio sobre la calidad. Normalmente son pasteurizadas para matar los fermentos naturales.
Sobre estas bases se han creado millares de cervezas. Una variedad llamada genéricamente Ice no es sino una cerveza convencional (Lager) que ha sido sometida a refrigeración para quitarle agua (que tiene punto de congelamiento más bajo que el alcohol), de modo que se forma hielo, el cual al ser retirado, la hace teóricamente más fuerte. Es una práctica de los gringos, prolíficos productores de malas cervezas.
Las Ice se inspiran, en todo caso, en excelentes familias de cervezas alemanas fuertes, las Eisbock (eis = hielo) y las Doppelbock (doppel = doble), que utilizan técnicas parecidas para lograr elíxires de 7.5% o más.

La cerveza Stout es otra cosa, una de las variedades más ilustres que hay en el mercado desde el siglo XVIII, cuando la Guinness comenzó a serproducida en Irlanda. Pertenece al tipo de fermentación alta, con la particularidad que los granos de cebada son tostados para darle color oscuro (casi negro) y sabor ahumado. Hay un estilo inglés de Stout que agrega caramelo para lograr un toque dulzón. Pero la clásica Stout irlandesa es seca. Normalmente se ofrece con una gradación de 4%.

Dos Stout magníficas que conocemos. La O'Hanlon’s Port Stout, de 4.8%. Esta notable cerveza irlandesa es heredera de una fórmula tradicional para hacer frente a la resaca tras una jornada etílica. Lleva una pequeña porción de oporto, licor que le da un atractivo color trigueño y un aroma insuperable. Detalle técnico: es una cerveza no pasteurizada, con fermentación secundaria en la botella; de allí su tapón hermético, como el de la champaña. 

La otra es la Samuel Smith's Imperial Stout, de potente 7%. Esta noble cerveza fue creada en la era victoriana para atenuar los estragos del mal tiempo en la Rusia Zarista, cuya corte era fiel consumidora. Aparte de los ingredientes tradicionales, el fabricante reconoce la adición de caña de azúcar y algas, a fin de robustecer su sabor. La recomienda como acompañante del caviar y los habanos. El agua proviene de sus pozos, que operan desde 1758 en Yorkshire. Luce una elegante presentación en botella de 355 ml., cilíndrica, vidrio transparente, con papel dorado en el cuello.


 


martes, 12 de mayo de 2015

El pique macho del Savarín


El tamaño no importa
La presentación del pique macho del Savarín en Cochabamba
Cuenta el notable historiador Gustavo Rodríguez Ostria que Cochabamba nunca fue una ciudad tan clasista como sus pares del eje troncal. Los espacios de encuentro de los más pudientes no fueron del todo exclusivos, pues los estratos sociales entraban en contacto, aunque luego el crecimiento de la urbe determinó lugares más selectos.
Así, la Plaza Principal 14 de Septiembre fue hasta muy entrada la segunda mitad del siglo XX el lugar de encuentro de la clases dirigentes, aunque paulatinamente, desde inicios del pasado siglo, éstas fueron trasladando de a poco a El Prado, lugar que en la actualidad ya no es más paseo para señoritos y señoritas bien. Algunos de los restaurantes que allí todavía se encuentran afrontaron la movilidad social manteniendo su calidad para todos; aunque otros establecimientos perecieron y algunos más viven de la fama de décadas pasadas.
Vista del local desde adentro.
Este es, lamentablemente, el caso del Savarín, otrora excelente lugar de solaz y degustación de estupenda comida regada con cerveza; hoy más promotor de riegos que de degustaciones. Hasta el Savarín llegamos para probar el pique K-macho (en honor al apellido del antiguo y fallecido fundador, Octavio Camacho), una innovación que, nos avisaron, venía en olla, con lo que el concepto de pique macho se perdía un poco. Optamos entonces por el pique macho de Bs 130 y más que suficiente para hambrientos comensales.
Algo más de media hora pasa para que llegue un enorme plato, cuyas carnes de res son muy regulares y no seleccionadas como se nos prometió, pues algunas tienen nervios incluidos que no pueden ser disimulados ni con la salpimentada final. Las papas, si bien de especie nativa, parecen haber sido preparadas en dos tandas, una de ellas guardada. Completan las carnes abundantes porciones de calidad regular de chorizos viena, parrillero y una, sí, remarcable morcilla. Coronan el plato frescos tomates, cebollas y locotos, muy pocos estos últimos. Todo puede ser regado con cervezas a buen precio.
La experiencia podría ser calificada como regular, de no ser que uno tiene que alimentarse en un viejísimo, a veces sucio y desigual mobiliario, adornado por una alcuza sin limpieza. Los platos, de metal, se notan ampliamente trajinados, como los también muy ordinarios cubiertos y vasos. La experiencia llega a ser pésima si uno decide comer en la parte exterior y no en la -extrañamente kitch- sala. Nosotros elegimos comer afuera para contemplar El Prado. Fue una muy mala elección. Al carecer el local de un guardia de seguridad, más de doce personas en condición de pobreza, vendedores de todo tipo de cosas y artistas eventuales se acercaron hasta nuestra mesa en menos de media hora, para pedirnos dinero o, en su caso, que les invitemos nuestro alimento. Terrible. El colofón es una pantalla de televisión, en la que se ven -por Unitel, cuándo no- las imágenes de los más recientes hechos sangrientos del día. ¿Quién puede comer en paz así?

Aunque la atención de los meseros es muy amable y personalizada, detalles como los anteriores deberían ser seriamente considerados por los propietarios, quienes tendrían que considerar que el tamaño no es todo lo que importa.





piquesillpachopicante@gmail.com